En la música de cámara las sensibilidades propias de los intérpretes son indispensables –y deben de coincidir- para formalizar cualquier conjunción. Y en
este caso de la cellista Amparo Lacruz y del pianista Andreu Riera, esta circunstancia está garantizada por varios elementos.
Proceden de una formación similar, son fruto de una generación muy fuerte de la música española, comparten conceptos muy dinámicos sobre la interpretación y
hacen pasar el hecho musical por el interior de si mismos.
Prueba de ello es su participación conjunta por ejemplo en el antológico Grupo Manón, del que quedan grabaciones memorables del Cuarteto para el fin de los
tiempos de Messiaen, obra que años más tarde les volvió a reunir en un recital en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra de Granada en un concierto registrado por la televisión...
No existen dúos con trayectoria formal en nuestro universo musical y éste caso de Lacruz y Riera señala un camino de ilusión que aúna una formidable técnica
y un gusto particular por la musicalidad. Hacer llegar, conectar con el espectador a partir no solo de la técnica sino del espíritu que imprime carácter a cada obra.
Jorge de Persia. Crítico musical de La Vanguardia (Barcelona)